Es claro que para conseguir un incremento de la productividad y de los ingresos y mejoras en los resultados sanitarios y educativos, se necesitan inversiones en infraestructura (transporte, riego, energía y tecnología de la información y las comunicaciones) ya que son fundamentales para lograr el desarrollo sostenible y empoderar a las comunidades en numerosos países.
Por otro lado, el ritmo de crecimiento y urbanización también está generando la necesidad de contar con nuevas inversiones en infraestructuras sostenibles que permitirán a las ciudades ser más resistentes al cambio climático e impulsar el crecimiento económico y la estabilidad social.
Además de la financiación gubernamental y la asistencia oficial para el desarrollo, se está promoviendo la financiación del sector privado para los países que necesitan apoyo financiero, tecnológico y técnico.
Los obstáculos para este objetivo están estrechamente encadenados a muchos de los ya mencionados; los efectos de una economía poco sustentable y cada vez más depredadora tienen efectos trasversales en todos los sentidos del desarrollo. En este caso, la urgente necesidad de promover una industria, innovación e infraestructura viene a ser afectada por las problemáticas en cuanto a las oportunidades laborales de trabajo decente, agroindustria eficiente y la inestabilidad económica entre otros.
La inversión en infraestructuras, el desarrollo industrial sostenible y progreso tecnológico guardan una estrecha relación con el progreso de un país y su sociedad debido a que en medida que estos aspectos sean deficientes es difícil garantizarle a la población condiciones apropiadas para su desarrollo y oportunidades de crecimiento sostenible, saneamiento, comunicación y acceso a servicios públicos y educación.
Un obstáculo importante sobre este tema se refiere a la delgada línea entre el crecimiento sostenible e insostenible; línea en la que se concibe el aumento de crecimiento y competitividad por sí mismo como una fuente de desarrollo sin tomar en consideración sus efectos negativos sobre la sociedad, la superación de limites ambientales y sociales que llevan al desequilibrio. Al respecto, Jeffrey Sachs (2011) expone de manera apropiada el dilema al que se expone el mundo en la actualidad: “El siglo XXI echará por tierra muchas de nuestras convicciones fundamentales acerca de la vida económica (…) Los desafíos del desarrollo sostenible (preservar el medio ambiente, estabilizar la población mundial, reducir la brecha entre ricos y pobres y poner fin a la pobreza extrema) ocuparán el centro de la escena. La cooperación global deberá pasar a un primer plano. La idea misma de que los estados-nación compitan por los mercados, la energía y los recursos quedará anticuada (…) la economía mundial no tiene por qué convertirse en una lucha por la supervivencia entre nosotros y ellos”
Bajo la premisa anterior, puede sugerirse que es imperante gestionar las políticas entre países y a niveles supranacionales que permitan enfocar políticas de crecimiento que fomentan la cooperación y el desarrollo sostenible por encima del crecimiento descontrolado que no cuestiona al crecimiento depredador. (Organización de Estados Iberoamericanos, 2013)
Al respecto, merece la pena recordar lo expuesto por el Informe Meadows presentando al Club de Roma en 1972 y que hacía referencia a las tendencias y los problemas económicos que amenazaban a la sociedad global, en la que mientras los indicadores indicadores económicos de producción o inversión eran positivos, los indicadores ambientales eran cada vez más negativos, por lo que se planteaba la necesidad de un Desarrollo Sostenible. (Eumed, s.f)
En concordancia con el informe del Green New Deal de la New Economics Foundation (2008) es urgente tomar medidas que permitan abordar una triple crisis: la financiera, la aceleración del cambio climático y la inevitable diminución en la extracción de petróleo, orientando el uso del capital hacia prioridades públicas y la Sostenibilidad tal y como fue adoptado en la Cumbre Río+20 con uno de sus dos temas principales “Economía verde dentro del contexto del Desarrollo Sostenible y de la erradicación de la pobreza”, junto con el del “Marco institucional para el Desarrollo Sostenible”. (Organización de Estados Iberoamericanos, s.f)
Sin embargo, es interesante resalta que también esta propuesta supone obstáculos para su aplicación. La propuesta de un “crecimiento de economía verde” también ha sido denunciada como un “concepto-trampa” en el que se camufla la economía pura que no busca detener el cambio climático ni el deterioro ambiental, sino generalizar el principio de que quien tiene dinero puede seguir contaminando. (Organización de Estados Iberoamericanos, s.f)
El edificio reduce en un 31 por ciento el gasto en recursos no renovables y en más de un 90 por ciento los impactos de la edificación respecto al cambio climático, la pérdida de fertilidad del suelo, la emisión de productos foto-oxidantes y agotamiento de energía primaria no renovable.
Fomentar la sensibilización de la sociedad sobre el desarrollo sostenible con pequeñas acciones o colaboraciones.
Establecimiento de normas y reglamentos que garanticen la gestión sostenible de los proyectos e iniciativas empresariales, asegurando que tanto las nuevas como antiguas industrias fomenten la gestión responsable de sus modelos de negocio.
Fomentar en sus políticas de negocios e inversión, gestiones de sostenibilidad que busquen impulsar negocios sostenibles y de calidad ambiental.
Desarrollar propuestas que faciliten una infraestructura sostenible y asequible para todos los sectores de la población, innovando en esta materia para facilitar un mejor y mayor acceso a estos servicios.