La agricultura, la silvicultura y las piscifactorías pueden suministrar comida nutritiva para todas las personas a la vez que genera ingresos dignos, apoya el desarrollo de la gente del campo y concientiza sobre la importancia de una mayor y mejor protección del medio ambiente. Sin embargo, la degradación actual de suelos, agua, océanos, bosques, el cambio climático y los riesgos asociados a las sequías e inundaciones ponen presión sobre la disponibilidad de los recursos de los que toda la sociedad depende por igual, desencadenando múltiples consecuencias que afectan el desarrollo sostenible; por ejemplo las migraciones, la pobreza y por supuesto, el hambre.
El hambre y la malnutrición hacen que las personas sean menos productivas y más propensas a sufrir enfermedades, por lo que no suelen ser capaces de aumentar sus ingresos y mejorar sus medios de vida. Hay casi 800 millones de personas que padecen hambre en todo el mundo, la gran mayoría en los países en desarrollo. Por ello, es urgente una reforma del sistema mundial de agricultura y alimentación para nutrir a los 925 millones de hambrientos que existen actualmente y los dos mil millones adicionales de personas que vivirán en el año 2050. (ONU, 2016)
Las malas prácticas de recolección y el desperdicio de alimentos han contribuido a la escasez de alimentos. Las guerras también han afectado negativamente a la disponibilidad de alimentos y han provocado la destrucción del medio ambiente, que es fundamental para cultivar alimentos. El desperdicio de alimentos en los países desarrollados recuerda la desigualdad, donde los ricos consumen más de lo que pueden y los pobres no logran alcanzar sus necesidades básicas alimentarias.
El acceso inequitativo a la tierra, la mercantilización genética de las semillas y las malas condiciones de la agricultura rural también representan obstáculos necesarios de superar si se quiere alcanzar este objetivo.
Nuevamente, el acaparamiento de tierras, los conflictos extractivos en los países empobrecidos, las multinacionales cada vez más voraces y la vulnerabilidad de los pueblos rurales resultan en una problemática para el cumplimiento de este objetivo, al implicar represión de los pueblos locales que en subsisten de sus tierras así como repercusiones ambiental, social, en la salud pública e impactos de tipo económico. (Abril, 2016) Por tal razón, para alcanzar este objetivo es necesario fomentar iniciativas que apoyen a las poblaciones campesinas en sus luchas por defender sus sistemas alimentarios y gestión de recursos. En la misma línea, un obstáculo para este objetivo es el hecho de que muchas de las grandes compañías acaparan las diferentes marcas del mercado, resultando en que haya una concentración de la distribución alimentaria en reducidos grupos o monopolios que establecen condiciones desfavorables para el consumidor en el mercado.
Debe destacarse también que dentro de este objetivo, la ONU no hace referencia directa a la importancia de la soberanía alimentaria, entendida como alternativo para la agricultura y el comercio de productos agrícolas que toma en cuenta el comercio como un medio para alcanzar un fin, y no como un fin en sí mismo, otorgando prioridad a la seguridad alimentaria y al derecho a la alimentación de los más pobres, y no a la agricultura industrial orientada a la exportación. Por lo tanto, es necesario revitalizar este concepto dentro del marco de los ODS para orientarse hacia una mayor participación de la sociedad civil sobre las políticas agrícolas que implique una reducción de desequilibrios y desigualdades en las actuales normas internacionales sobre comercio agrícola.
Desde la UVa se incentiva a la investigación y promoción de comercio justo a través de TFG/TFM, por ejemplo: 3C: comercio justo, consumo responsable y compra pública ética en la UVA. Propuestas de acción y comunicación.
Además, se han desarrollado campañas de sensibilización desde el Area de Cooperación Internacional al Desarrollo enfocadas en hacer más visible en el Comercio Justo y Compra Pública Ética y consumo responsable con el objetivo de sensibilizar a la comunidad universitaria y lograr su compromiso con esos temas.
Convertirse en personas responsables e implicados en actividades que promuevan un consumo solidario de alimentos, evitando el desperdicio o difundiendo la importancia de este aspecto en las redes sociales o comunidades locales.
En las grandes empresas pueden establecerse políticas de respaldo a mercados locales así como asegurar decisiones sostenibles sobre la alimentación, apoyando la buena nutrición para todos y luchando contra el desperdicio de alimentos.
Promover la investigación de dietas más nutritivas y de mejor acceso sobre todo para las poblaciones más empobrecidas.
Investigar acerca de cultivos accesibles, nutritivos y mejorados para los sectores agrarios.
Impulsar y aplicar investigaciones sobre la problemática del acaparamiento de tierras y de cadenas de distribución.